lunes, 14 de septiembre de 2015

Atletismo


      Es trabajo diario y sacrificio. Un día te comes el mundo y al siguiente se te hace interminable el entreno. Lesiones, vómitos e idas de olla. Obsesión por mejorar y decepción cuando no lo haces. Hundirte y no saber salir del pozo, estrés y miedo. Probar cosas nuevas y fallar, explorar tus límites.

Pero no todo es malo. También hay compañeros de series, risas y momentos de cansancio compartido. Competiciones que salen bien y entrenos que muestran tu progreso.

En mi opinión lo más bonito del atletismo es el momento en el que acabas exhausto después de una sesión intensa. Ese instante en el que el mundo exterior pasa a un segundo plano. Solo quedáis tú y tu respiración. Puedes sentir tus latidos con fuerza y ese líquido ácido que te sube poco a poco por la garganta. Pero no pasa nada porque lo has acabado y además lo has dado todo. Como bien dice el míster: " Si no haces la última es como si no hubieses entrenado". 

Después, algo tan banal como ducharte o comer sabe a gloria. Apaga las luces y a dormir como un bebé.

No hay comentarios:

Publicar un comentario