domingo, 23 de agosto de 2015

Diario de un pilgrim.


         Como toda aventura que se precie, iniciamos el camino eufóricos y emocionados. El tiempo lo pone todo en su lugar y las cosas se van normalizando con el paso de los días. Una tarea que se repite tiende a convertirse en rutina y al final no nos suele excitar, pero en este caso fue una rutina muy placentera.

Desde el primer día nos lideraba un objetivo claro y conciso: Llegar a Santiago en un plazo de 9 días.
Durante la primera etapa.






En los momentos de estrés simplemente teníamos que recordar cual era nuestro propósito y el universo se ponía espontáneamente de nuestra parte, facilitándonos el tedioso arte de caminar por caminar.




A pesar del cansancio acumulado y la mala alimentación, aprendí que cuando sabes adónde vas, llegar es únicamente cuestión de tiempo.
Praza das praterías (Santiago)

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