Perseguimos la eficacia, algo concreto y tangible. Es cierto que nos gusta tener el control y tomar decisiones, pero la memoria suele retener experiencias fugaces e intensas, normalmente no intencionadas.
Nos pasamos la mitad de nuestras vidas haciendo planes en busca de la felicidad y como bien decía Adalid Bruno: "La felicidad, son pequeños momentos de alegría en la vida, quien tiene más de esos momentos, es una persona feliz".
Que bonito sería fluir y saber vivir de los recuerdos sin necesidad de poseer nada.
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